Desde pequeño, ya me llamaba la atención la habilidad de crear vida a través de los dibujos.

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Recuerdo que me regalaron un caballete con un maletín de óleos y, aunque reconozco que en su momento no le saqué todo el partido que tenía, ahora soy consciente de que aquello marcó el punto de partida.

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Las acuarelas han supuesto una vuelta a todo aquello que admiraba. Descubrir en mí la capacidad de pintar de color el agua para expresar lo que mis manos, inconscientemente, trazan sobre cada papel. Dar rienda suelta a un talento que me inspira.

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También llegó a mis manos el Book Folding. Dotar de una nueva vida a las páginas de libros que ya cumplieron su función y a los que ofrezco una nueva oportunidad.

Libros íntegros. Páginas acariciadas por quién sabe cuántas manos y que ahora, después de pasar por las mías, pondrán en su boca aquellas palabras que queramos dejar en ellos para siempre.

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Creo que mucho de lo fundamental en esta vida pasa por nuestras manos.

Una caricia. Un abrazo. El sentido del tacto.

Y, a veces, también a través de gotas de agua tintadas de color.

Y otras, del juego con papeles cuidadosamente doblados.

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Sí. Siempre me llamó la atención la habilidad de crear vida a través de mis manos.